Antes de nada, agradecerle la disponibilidad para realizar esta entrevista que será de gran utilidad para los receptores de este newsletter y para el propio equipo de Verosol Ibérica.
Existen luces y claros, se ha puesto el tema sobre la mesa, ya prácticamente todo el mundo sabe los que es la eficiencia energética y comprende su importancia, aunque hemos perdido la oportunidad de utilizar el certificado energético como información fiable, se percibe como un mero trámite.
Estamos pasando de hablar solo de energía en fase de uso y de los materiales, sobre todo los aislantes y las carpinterías como un medio para lograr su ahorro a hablar de la energía embebida en los materiales, ese será el siguiente reto del CTE, incorporar el ACV en la reglamentación y, aunque no tiene fecha, si se ha verbalizado ya por parte del MFOM la intención de incorporarlo.
Además, y por suerte, hay una creciente sensibilidad respecto a la influencia de los edificios en nuestra salud. En GBCe estamos trabajando sobre este tema y, la verdad, los datos que descubres son sorprendentes, la cantidad de agentes químicos nocivos para el ser humano con los que convivimos en nuestras casas, oficinas, colegios, es abrumadora. Es muy importante ser consciente de cómo hacemos nuestros edificios y cómo los utilizamos para que ayuden a mejorar nuestra salud, no la pongan en riesgo.
No creo que estemos en lugar llamativo ni por arriba ni por abajo, quizá sí sería deseable una mayor información general sobre cómo elegir determinados materiales. Si quieres pintar tu casa y vas a la tienda de pinturas a preguntar por una con bajo contenido en COVs, las sustancias que generan ese olor característico a pintura o barniz y que son muy peligrosas para la salud provocando problemas respiratorios o, incluso cáncer, o no saben qué es eso o te preguntan si eres alérgico. Lo mismo pasa con algunos arquitectos a la hora de prescribir materiales. Es un problema de información, porque soluciones más inocuas sí hay en el mercado y el incremento de precio no es desmesurado. En países, principalmente europeos sí están más acostumbrados a pedir esta información y exigir determinado tipo de materiales.
Por otro lado, nuestra legislación en materia de ventilación es más exigente que la de muchos países americanos o asiáticos, esto nos garantiza una mejor calidad del aire. Pero a la vez nos faltan mapas de contaminación que nos facilite la elección de los filtros necesarios para evitar introducir agentes no deseables en nuestros edificios.
Cada uno está evolucionando en diversos campos, resulta complicado hablar de uno en particular, quizá Alemania es pionero en Análisis de Ciclo de Vida y Economía Circular que son dos retos muy importantes para el futuro del planeta, aunque existen grandes ejemplos de arquitectura sostenible a lo largo de toda Europa.
Las certificaciones anglosajonas, LEED y BREEAM, tienen una filosofía muy directa, premian la implantación de determinadas medidas de modo que su propuesta es prescriptiva, intuitiva y clara. Las herramientas europeas, entre las que nos encontramos DGNB (Alemania), VERDE (España) o la reciente Level(s) de la Comisión Europea tenemos un carácter más prestacional, evaluamos cómo se comporta el edificio y dejamos a los equipos de diseño libertad para definir qué estrategias son las más adecuadas para cada caso.
Gracias al marco común Level(s) la trayectoria previsible de las herramientas de certificación será que tengamos un core común, los indicadores de Level(s) que sean comparables entre distintas herramientas, pero manteniendo las particularidades de cada una. La sostenibilidad es caleidoscópica y permite tener diversos escenarios en función de los objetivos de cada proyecto. Por esto es natural que existan distintas herramientas en el mercado.
El caso de LEED es particular, no es una herramienta europea, se desarrolla en el seno del USGBC y, por tanto, serán ellos quienes valoren el interés de incorporar Level(s) y si esto es una prioridad en sus políticas.
Sobre todo es el desconocimiento, cuando hablamos de estas herramientas con posibles interesados, promotores tanto privados como administraciones públicas, lo primero que nos solicitan es formación sobre qué es la sostenibilidad y conocimientos generales que les aclare el panorama de las distintas herramientas.
La protección solar es una de las medidas pasivas clave en nuestro clima, en el que las necesidades de refrigeración tienen un peso considerable y, cada vez mayor. Debemos incorporarlas con inteligencia para evitar que se dificulte también la iluminación natural que es fundamental para proteger la salud de nuestros ojos y nuestro bienestar.
El equilibrio entre todas ellas es la clave para hablar de sostenibilidad y debe ser el objetivo prioritario, pero la realidad es que han hecho más esfuerzos en la eficiencia energética que en cualquier otra cosa y estos criterios, principalmente relacionados con el planeta y la prosperidad, son los mejor desarrollados. Por eso podemos estar hablando ahora de edificios de consumo de energía casi nulo y todavía nos cuesta hablar de edificios saludables (personas), respetuosos con el vecindario (paz) o de procesos que faciliten la participación de todos los implicados (pacto). Este es el camino que tenemos por delante.
El análisis de ciclo de vida es una herramienta para medir el comportamiento ambiental de un edificio, es muy potente, pero solo habla del “planeta” si nos referimos a las cinco Ps que comentábamos antes. Para hacer un ACV necesitamos una base de datos que relacione los materiales que usamos en el edificio con los impactos ambientales que genera desde que se extraen las materias primas, hasta que se demuele el edificio. A esto se le suma los consumos durante el uso, principalmente de energía, agua y materiales necesarios para el mantenimiento o la rehabilitación.
Como decía al principio, esto evalúa los aspectos ambientales. Para definir la sostenibilidad me gustan mucho los macro-objetivos que propone Level(s), la huella de carbono, es decir las emisiones de CO2 durante todo el ciclo de vida del edificio; el uso eficiente de recursos y el ecodiseño; la gestión eficiente del agua; la salud y el confort; la resiliencia y adaptabilidad al cambio climático y el coste de ciclo de vida y valor del edificio.
Este 2019 queremos que sea el año de la salud en los edificios, que entendamos que hay edificios que pueden sanarnos frente a otros que pueden perjudicarnos. Para ello estamos desarrollando un marco que defina qué es un edificio saludable y cómo podemos garantizarlo. La calidad del aire, la protección acústica, la calidad lumínica, pero también la neuro arquitectura, la biofilia, el uso de plantas para limpiar el aire, controlar la humedad y relajar nuestra mente son claves que debemos tener en cuenta a la hora de diseñar y habitar los edificios en los que crecemos, aprendemos, trabajamos y vivimos.