Este 2020 ha marcado un punto de inflexión en distintos aspectos de la sociedad y de la forma de concebir la vida, la personal y la laboral. Durante casi 5 meses las empresas que han podido han optado por el teletrabajo para evitar los contactos lo más posible.
Esta fórmula, sin embargo, tiene fecha de caducidad y aunque se habla de sistema híbrido, la vuelta a la oficina es inminente e, incluso, muchas personas ya han retornado durante el mes de agosto.
Si la dimensión física del espacio de trabajo antes era importante para crear una atmósfera adecuada para el correcto funcionamiento del día a día, ahora es vital para generar espacios sanos, donde las personas se sientan seguras.
En la mayoría de los espacios de trabajo el flujo de movimiento ha cambiado, también la disposición de las mesas para respetar la distancia interpersonal y la ventana habrá cobrado protagonismo como sistema de ventilación. Y con ella, la protección solar de interior para disminuir la entrada de calor y por ende el uso de aparatos de aire acondicionado.
No sólo esto. También será el despegue definitivo de las oficinas smart en algunos detalles como los sistemas de iluminación o apertura de puertas, ya que los pomos o los interruptores pueden ser fuente de contagio al ser tocados con gran frecuencia.
Por ello, muchas oficinas han puesto en marcha un protocolo que define todos los aspectos y formas de actuación e interacción con el espacio de trabajo, así como con los propios compañeros, creando turnos por grupos o por días de la semana, más allá del uso de las mascarillas o la disposición de gel hidroalcohólico en los distintos accesos.
La flexibilización de los puestos de trabajo en todos los sentidos así como la digitalización serán las palancas que muevan el nuevo rumbo que tomarán los espacios de trabajo y que llevarán a significativos cambios a corto y medio plazo.